Este fin de semana vi la película ‘Luca’, uno de los recientes estrenos de Disney, si aún no la has visto, te invito a que lo hagas porque tiene un mensaje maravilloso que traeré a colación en este artículo.
Aproximadamente a los veinte minutos de iniciada la película, Alberto, un personaje secundario, le dice a Luca, el protagonista, que calle la voz en su cabeza que no le permite disfrutar de la libertad de la vida:
(Link del vídeo https://www.youtube.com/watch?v=XNIobnCWrdA)
Prometo que no voy a spoilearte nada, solo vamos a utilizarla como ejemplo para interpretar las emociones que nos impiden avanzar y nos ponen en modo avión.
Debemos reconocer al miedo, ansiedad e inseguridad como emociones asociadas a situaciones que nos sacan de nuestra zona cómoda o nos alertan de una incomodidad. Esa asociación no es más que un añadido, es decir, estas emociones son estados que nos pone la mente como una trampa y somos nosotros las que les ofrecemos el guion para que desarrollen su mejor show y por consecuente, sentirnos seguros sin movernos de nuestro asiento. El tema es que, por cada patrón de conducta repetido ante estas situaciones, más angustiados nos volvemos, ¿Por qué pasa esto? Porque evadir nunca es la solución, sino que debemos tomar aire y enfrentar para saltar el muro y por fin entender que no somos el miedo ni la ansiedad, somos seres humanos con infinitas posibilidades, solo hay que pedirle a esa voz que tanto nos asusta que haga silencio y pegar tan solo un salto de fe…
Otra emoción es la sensación de frustración y por consecuente, el agobio. Siento que el error en sí mismo quedó en el medio de un choque en cadena, siendo el más perjudicado cuando en realidad, desde un principio, no tenía la culpa. A lo que me refiero con esto es que, volviendo al ejemplo de la peli ‘Luca’, el hecho de intentarlo con lo que tenemos y aún así cueste o hasta incluso no salga tal cual al plan trazado, es la conducta más transparente que puedes hacer por ti mismo, liberándote de las emociones negativas que te quieran frenar porque al final reconoces que no importa si te equivocas, vale mucho más intentarlo y sentir dentro tuyo que ahora eres más fuerte.
Repasemos.
- Cada dificultad y cada temor que sean el trampolín hacia tu mejor versión.
- Cada error que sea un ayudante hacia un nuevo descubrimiento en ti, de lo que eres capaz para solucionar e incluso, aceptar con humildad que pedir ayuda no te hará más débil y ofrecer tu perdón será un bálsamo para ti y el otro.
- De pequeños nos equivocamos cientos de veces, pero nos levantábamos y a otra cosa. ¡Recuerda que equivocarse es tan natural desde que nacemos!
Y tampoco olvides decirle a esa vocecita en tu cabeza: —¡Silencio Bruno! —. (Incluso el nombre que más te guste) 😉