Nacemos con el guion de vivir, crecer, ser feliz, amar, aprender, trabajar, enriquecernos, colaborar y disfrutar de la vida misma. Pero es ahí cuando nadie quiere que encaje el verdadero significado del miedo, que poco se habla, pero mucho se sabe. Ese fantasma invisible pero tan visible a la vez, que sabe escabullirse cuando nadie lo llama.
El miedo es ese muro que crece cada vez más si no lo miramos de frente y le buscamos la forma para pasar al otro lado. Es un muro formado por creencias autoimpuestas, por el ego y ese juez en tu cabeza que te hace dudar. Pero ojo, no siempre el miedo es el villano de las películas, muchas veces toma el papel guardián para ayudarte a pensar y analizar mejor las decisiones antes de tomarlas. Es cuando va acompañado de la intuición para protegerte, pero como todo en exceso, nunca es bueno darle tanto protagonismo.
Mi escritora favorita, Elizabeth Gilbert (quizás la conozcas por su famoso libro “Eat, Pray and Love” llevado a guion cinematográfico) le escribió una carta fascinante en su hermoso libro “Libera tu magia”, y dice así:
Estimado miedo:
Creatividad y yo estamos a punto de emprender un viaje juntas. Entiendo que nos vas a acompañar, porque siempre lo haces. Reconozco que crees que tienes una misión importante en mi vida y que te tomas tu trabajo en serio. Al parecer, tu trabajo consiste en provocarme el mayor pánico posible cada vez que me dispongo a hacer algo interesante y, permíteme que te lo diga, lo haces de maravilla. Pero en este viaje yo también tengo la intención de hacer mi trabajo, que es emplearme a fondo y no perder de vista mi objetivo. También Creatividad hará el suyo, que es seguir siendo estimulante e inspiradora. En el coche hay sitio de sobra para los tres, así que adelante, ponte cómodo, pero que te quede clara una cosa: Creatividad y yo somos las únicas que tomarán decisiones. Admito y respeto que eres parte de esta familia, así que no te excluiré de ninguna actividad, pero, aun así, tus sugerencias nunca serán escuchadas. Tienes sitio, tienes voz, pero no tienes voto. No puedes tocar los mapas de carreteras; no se te permite sugerir desvíos en el itinerario; no se te permite subir o bajar la calefacción. Tío, ni siquiera puedes tocar la radio. Pero sobre todo, mi viejo y querido amigo, tienes absolutamente prohibido conducir.
Hay una fluidez y una verdad en estas palabras que nunca deja de sorprenderme. Como con total autenticidad lo frena, pero al mismo tiempo no lo resiste, no lo evade. Porque el miedo es uno más en nosotros que, aunque tenga mal marketing, es el peaje que debemos abonar en ruta para llegar al destino deseado.
Así que, como ya sabemos que nos lo vamos a encontrar, mejor estar preparados:
- Carl Gustav Jung decía “Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”. Aceptar y darle lugar al miedo, tomar el impulso y saltar es lo más grande que puedes hacer por ti y tu superación.
- Repasa en una lista las etiquetas que tengas de ti mismo. Las que por algunas experiencias pasadas te hayas puesto o aquellas que te pusieron y sin darte cuenta, quizás, te las colocaste. Mereces un mundo libre de prejuicios y etiquetas.
- De a un ‘miedo’ a la vez. Nada como tener un norte claro, organizarte para alcanzarlo y no abrumarte en el intento.
- Aunque quieras evadir cada situación que te produzca temor, tú sigue, confía en que puedes y sigue adelante.
Autora: Martina Tornello